Analizar los cambios en la patología y presión intracraneal (PIC) durante el periodo agudo postraumático en una serie de pacientes con trauma craneal grave y lesiones Tipos I-II en la TAC inicial (clasificación del Traumatic Coma Data Bank) con el objetivo de diseñar la pauta mas adecuada de uso de TAC secuencial y monitorización de la PIC para detectar nuevo efecto masa intracraneal y tratar así de mejorar la evolución final de pacientes.
Material y métodosSe analiza una serie de 56 pacientes (edades = 15–80 años) admitidos consecutivamente en un periodo de dos años que fueron sometidos a TAC inicial < 24 horas tras el impacto, (intervalo medio = 150 minutos), TACs control en los primeros días del curso, y monitorización de la PIC. Se recogieron diferentes variables epidemiológicas, clínicas, radiológicas y se consideró como variable dependiente el desarrollo de deterioro definido como elevación mantenida de la PIC por encima de 20mmHg que requiriera tratamiento agresivo médico y/o quirúrgico. Mediante análisis bi y multivariante se determinaron las correlaciones entre las diferentes variables y la aparición de deterioro. Para estimar la afectación neurológica y el resultado final se emplearon las escalas de coma y evolución de Glasgow, respectivamente.
ResultadosEl “score” medio en la serie fue de 5, y 37% de los pacientes tuvieron cambios pupilares, 52,3% hipotensión-hipoxemia, 16.1% anemia peritraumáticas y 12,3% alteraciones de la coagulación. 50% de los pacientes mostraron petequias en sustancia blanca y/o tronco cerebral en la TAC inicial, 66% HSA, 40% HIV, 39,3% contusión y 21,4% hematomas extraaxiales. 57,1% de los pacientes mostraron cambios en la TAC de control consistentes en nueva contusión en 26,8% de los casos, crecimiento de contusión previa en 68,2%, crecimiento de hematoma previo en 10,7% y swelling cerebral generalizado en 10,7%. 64% de los pacientes experimentaron una evolución final favorable y 35,7% desfavorable.
27 pacientes (48,9%) desarrollaron deterioro PIC, de los que 21 (37,5%) presentaron cambios concurrentes en la TAC, y 6 (10,7%) no los mostraron. Los restantes 29 (51,7%) pacientes no presentaron deterioro PIC, aunque 11 (19,6%) de ellos mostraron cambio TAC. La edad, el “score”, la presencia de hipotension-hipoxemia peritraumáticas y los trastornos de la coagulación no se correlacionaron con riesgo de deterioro. Por el contrario, la presencia de contusión inicial (p=0,01) y el cambio TAC (en forma de desarrollo de swelling cerebral generalizado, p=0,003) se correlacionaron con la aparición de deterioro; a su vez el deterioro multiplicó por 10 (OR=9,8) el riesgo de muerte y 7 de los 8 pacientes que fallecieron desarrollaron hipertensión intracraneal intratable. Los 8 pacientes (14,2%) que necesitaron cirugía evacuadora o descompresiva presentaron simultáneamente cambio PIC y cambio TAC, si bien otros 13 en situación similar pudieron ser manejados sin cirugía. Mostraran o no deterioro PIC, los pacientes sin cambio TAC evolucionaron mejor que los que desarrollaron nuevas patologías, pero la diferencia no alcanzó diferencia significativa.
Discusión y conclusionesMás de la mitad de los pacientes con lesión inicial Tipo I-II desarrolla cambios patológicos secuenciales, y casi el 50% presenta hipertensión intracraneal. Dada la alta incidencia de cambios TAC y PIC, la escasez y debilidad de los factores predictores de dichos cambios, y la frecuente discordancia entre ambos tipos de cambio (30,3% de los casos), parece recomendable monitorizar la PIC desde el inicio y practicar TACs 2–4,12, 24, 48 y 72 horas tras el impacto en todos los pacientes, y otros adicionales si la evolución clínica o de la PIC lo requiriera.
Si bien parece indudable que el desarrollo de hipertensión intracraneal grave incrementó significativamente el riesgo de muerte, la escasez de la muestra en la serie no permite determinar la contribución del nuevo efecto masa y/o la elevación de la PIC al desarrollo de incapacidad moderada y grave en los pacientes que no fallecieron, causada principalmente por la lesión axonal difusa. Finalmente, demostrar que la practica de TAC secuencial y la monitorizacion de la PIC mejoran la evolución final de este tipo de pacientes requeriría un estudio prospectivo aleatorizado que no es practicable por diferentes razones, entre ellas las de tipo ético.
. To determine the incidence of pathological and intracranial pressure (ICP) changes during the acute posttraumatic period in severe head injury patients presenting with lesions Types I-II (TCDB classification) in the admission CT sean with the aim of defining the most appropriate strategy of sequential CT scanning and ICP monitoring for detecting new intracranial mass effect and improving the final outeome.
Material and methods. 56 patients (ages 15–80 years) consecutively admitted during a 2 years period were included. All had the initial CT sean < 24 hours after injury (mean interval = 150min), several CT controls within the first days of the course and ICP monitoring after admission. Different epidemiological, clinical and radiological variables were recorded and deterioration defined as the development of sustained ICP over 20mmHg requiring aggressive medical and/or surgical treatment was considered the dependent variable. Uni and multivariate analyses were made for determining the correlation between different parameters and the oceurrence of deterioration and the final outeome as assessed with the GOS.
Results. The mean GCS score was 5 and 37% of the patients showed pupillary changes; 52.3% had peritraumatic hypotension-hypoxemia, 16.1% anemia and 12.3% coagulation changes. 50% of the patients showed petechial hemorrhages in the white matter or the brainstem, 66% SAH, 40% HIV, 39.3% brain contusión and 21.4% small extraxial hematomas. 57.1% of the patients showed CT changes through the acute posttraumatic period consisting of new contusión (26.8% of the cases), growing of previous contusión (68.2%) or previous extraaxial hematoma (10.7%), and generalized brain swelling (10.7%). 64.9% of the patients made a favourable and 35.7% an unfavourable outcome.
Overall, 27 (48.9%) patients developed deterioration, 21 (37.5%) with concurrent CT changes and 6 (10,7%) without new pathology as seen by the CT control. The remaining 29 (51.7%) patients in this series did not develop deterioration in spite that 11(19.6%) showed CT changes. The age, the initial score, the oceurrence of peritraumatic hypotension-hypoxemia and coagulation disorders did not correlate with the risk of deterioration. By contrast, the presence of contusión at the initial CT sean (p=0.01) and the oceurrence of CT change (only generalized brain swelling, p=0.003) significantly correlated with the risk of deterioration; in his turn deterioration increased by a factor of 10 (OR=9,8) the risk of death and 7 out of the 8 patients who died developed intractable intracranial hypertension. The 8 (14.2%) patients requiring surgery showed simultaneous ICP deterioration and CT changes, but another 11 patients in a similar condition could be managed without surgery. With or without ICP deterioration, patients showing CT changes had a worse outeome than those without new pathologies, but the difference did not reach statistical significance,
Discussion and conclusions. Over 50% of the patients with initial Type I-II lesions developed new CT changes and nearly 50% showed intracranial hypertension during the acute posttraumatic period. Considering the high incidences of ICP and CT deterioration through the course, along with the absence of strong predictors and the discordances between CT and ICP changes (which were seen in 30.3% of the cases) we recommend ICP monitoring after admission in all patients and serial CT scanning at 2–4,12, 24, 48 and 72 hours after injury with additional controls as indicated by clinical or ICP changes in all cases.
Though it is clear that the presence of severe intracranial hypertension significantly increased the risk of death, the small size of the sample in this series prevented to assess to what extent the oceurrence of new mass effect and/or raised ICP contributed to the development of modérate and severe disability in the survivors which were mainly due to the oceurrence of diffuse axonal injury. Finally, demonstrating that sequential CT scanning and ICP monitoring improve the final outeome in this type of patients would require a prospective randomized trial which is impracticable for different reasons, among them the ethical ones.
Artículo
Si es la primera vez que accede a la web puede obtener sus claves de acceso poniéndose en contacto con Elsevier España en suscripciones@elsevier.com o a través de su teléfono de Atención al Cliente 902 88 87 40 si llama desde territorio español o del +34 932 418 800 (de 9 a 18h., GMT + 1) si lo hace desde el extranjero.
Si ya tiene sus datos de acceso, clique aquí.
Si olvidó su clave de acceso puede recuperarla clicando aquí y seleccionando la opción "He olvidado mi contraseña".
Comprando el artículo el PDF del mismo podrá ser descargado
Precio 19,34 €
Comprar ahora